Cuando hablamos de Sevilla lo hacemos sabiendo que esta ciudad es una ciudad de conventos, de templos y monjas, uno de los enclaves de la cristiandad occidental. Su casco histórico, que es el más grande de España y de los más grandes de Europa, alberga valiosos templos y conventos y no solo por su arquitectura sino también por su arte y su historia.
Por dentro son como auténticos museos y en muchos casos las obras de arte que poseen se encuentran en mal estado por su antigüedad. La responsabilidad de su conservación pertenece a la congregación, por lo que las monjas emplean parte de su tiempo a generar ciertos ingresos para poder afrontar su mantenimiento.
Diversas son las tareas que las monjas realizan en los diferentes conventos de la ciudad, pero la más famosa y valorada es la repostería. Cualquiera que haya probado alguna de las delicias que dentro de esas cocinas se elaboran, puede dar fe de ello. Desde los más típicos Pestiños de Sevilla pasando por los Cortadillos, las Magdalenas o las Pastas hasta las exquisitas Yemas.
A lo largo de los siglos la tradición repostera de los diferentes conventos se ha mantenido intacta, conservando esas recetas que en algunos casos datan del siglo XIII, y que llegan a la actualidad para que nosotros también podamos disfrutar como lo hacían nuestros antepasados.
Los conventos reposteros de Sevilla
Convento de Santa Ana

Localizado en la calle que lleva su nombre, este convento está habitado por monjas carmelitas calzadas. La entrada al torno se hace por una puerta que da acceso a un pequeño compás que conserva todo el ambiente de los patios sevillanos al que se suma la espiritualidad que caracteriza a los conventos de la orden del Carmen
Convento Santa Clara

Se trata de un convento con una tradición repostera que se prolonga a lo largo de muchos años y se encuentra fuera de Sevilla, concretamente en la localidad cercana de Alcalá de Guadaira.
Convento Madre de Dios de la Piedad

Situado en la calle San José del barrio de la Judería, fue fundado por Isabel la Católica en el siglo XV para la orden de las dominicas. Posteriormente fue reformado en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe III.
Convento de San Leandro

Habitado por monjas agustinas ermitañas, fue creciendo a base de la adición de casas limítrofes que le dan al conjunto un aire de arquitectura rural entre cuyas dependencias se encuentran integradas calles del antiguo entramado urbano de la collación de San Ildefonso.
Convento de San Clemente

La orden cisterciense se funda en al 1098 y se establece en Sevilla tras la conquista fernandina en la segunda mitad del siglo XIII, asentándose en el antiguo palacio de Vib Arragel en la zona actualmente conocida como la Barqueta. Las reformas de los siglos XVI y XVII dieron el aspecto actual del monasterio con una iglesia de una sola nave en la que reposan entre otros los restos de Doña María de Portugal, madre de Pedro I.
Monasterio de la Purísima Concepción

El monasterio situado en el pueblo sevillano de Osuna, fue fundado por Madres Concepcionistas en 1.566. En el podemos conseguir sus deliciosos Bizcochos Marroquíes. Se trata de un monasterio conventual con una belleza muy peculiar.
Convento de Santa María la Real

Se trataba de una congregación de monjas dominicas recoletas descalzas. En 1601 fray Alonso Osorio llevó el asunto de la fundación para su aprobación por el capítulo general de los dominicos, celebrado en Roma el 9 de junio de 1601. El 25 de marzo de 1601 el papa Clemente VIII otorgó la bula para la fundación del convento, que entonces contaba con doce monjas. El convento también contó con bulas de Pablo V de 1607 y 1611.
Convento de Santa Clara de Zafra

Fundado en 1428 por Gomes I Suárez de Figueroa, primer señor de Feria, y su esposa Elvira Laso de Mendoza, hermana del marqués de Santillana, con la intención de satisfacer la vocación religiosa de algunas de sus hijas.
Construido en sus partes esenciales entre 1430 y 1454, el monasterio acusa la modestia propia de las edificaciones franciscanas de estas tierras, si bien la capilla mayor de la iglesia, levantada con sillería granítica, es una excepción justificada por su función funeraria.